lunes, 18 de enero de 2010

Día de nutrióloga

No hubo manera de evitarlo. Hoy tuve que ir a ver a la nutrióloga. No es una experiencia muy agradable... pero ni modo. Mi visita se dividió en tres partes:

1) Sala de espera:
Pues mientras esperaba que fuera mi turno de pasar, miré un capítulo de Lo que callamos las mujeres. Supuestamente era algo muy intenso y con potencial de causarle trauma a la audiencia, pero yo lo encontré gracioso. El capítulo se trataba de que una señora tenía a su esposo con problemas cardíacos. Un día le dio como un ataque al señor y lo declararon muerto y lo llevaron a la morgue. El pobre hombre se despertó entre cadáveres y le dio mucho miedo. Resulta ser que tenía esa enfermedad en la que parece que estas muerto pero no en realidad y eso es lo que le había pasado.
El señor salió del hospital sano pero con un trauma terrible y un miedo (posiblemente bien fundamentado) a ser enterrado vivo. Consiguió que su esposa le jurara que lo iban a enterrar con un teléfono celular (lol?) por si despertaba en el ataúd.
Yo me quedé hasta ahí... qué mal! Yo quería saber lo que pasaba

2) La consulta:
No esperen muchos detalles acerca de este punto... sólo sepan que fue mejor de lo que esperaba, pero sigo necesitando bajar de peso... estos meses que siguen me voy a aplicar mucho mucho.
Me dio una imagen con monitos acomodados de lo más gordo a lo más delgado... puso una flecha, de en dónde me encuentro yo. De nuevo, no esperen muchos detalles al respecto.

3) La salida:
Se quedaron con la duda de abes en qué terminó Lo que callamos las mujeres? Mi mamá me platicó el final:
Y llegó el día del entierro del señor. La señora, fiel a su palabra, le puso un teléfono con pila y crédito en las manos. Ella iba a estar atenta a ver si la llamaba. No pasó mucho tiempo cuando el teléfono de la señora sonó. Ella, alarmada, fue con sus hijos al cementerio a sacar al señor. El sepulturero no los dejaba por un permiso legal que se necesitaba para desenterrar a alguien que no se que... el hijo mayor de la señora perdió la paciencia, tomó una pica y empezó a destruir la tumba. El sepulturero, alarmado y apenado le dijo que se detuviera, porque le había robado el teléfono al muerto... total, ¿para qué lo iba a necesitar ya ? (LOLísimo)

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